Gabriel García Márquez
A mis doce años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: ¡Cuidado! El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: ¿Ya vio lo que es el poder de la palabra? Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor, que tenían un dios especial para las palabras.
Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor.
No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.
Botella al Mar para el dios de las palabras...
El Mar... Los Versos de la Botella
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2 comentarios:
Hermoso post que habla del erotismo de la palabra que pervive en el mundo de la imagen. ¿Qué hacemos nosotros en nuestros blogs sino reivindicar la palabra con dulzura y sin acritud como fuente de compañerismo y amistad? Por que ese reino de la palabra nos acoja a todos buscando la comprensión y el diálogo. Un cordial saludo.
¿qué hubiese sido de Mauricio Babilonia de haber existido el raid... una tontería, se me ocurrió mirando la imagen que ilustra este post?...
Mauricio Babilonia, Aureliano Buendía, Rebeca... qué regalo nos dió este hombre!
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